*Investigación propia, en ningún caso publicaríamos investigaciones de nuestros alumnos
El trastorno de estrés postraumático (TEPT) y los trastornos por uso de sustancias (TUS), como el trastorno por consumo de alcohol (AUD), forman una combinación compleja y desafiante, especialmente en adolescentes. Ambos problemas, vinculados a menudo con traumas interpersonales, como abusos físicos o sexuales, tienen un impacto significativo en la salud mental y física, creando un círculo difícil de romper.
Trauma y consumo de sustancias: ¿Cuál es la conexión?
El trauma interpersonal deja cicatrices profundas. En muchos casos, los adolescentes recurren al consumo de sustancias como una forma de lidiar con los síntomas del TEPT, como la ansiedad o los flashbacks. Sin embargo, este «escape» temporal puede desencadenar un círculo vicioso: el consumo incrementa el riesgo de nuevos traumas, como agresiones o accidentes graves, lo que a su vez agrava los síntomas del TEPT (Basedow et al., 2022; Subbie-Saenz et al., 2020).
La coexistencia del TEPT y el AUD es preocupante, ya que no solo intensifica los síntomas, sino que también dificulta el tratamiento. Los jóvenes que enfrentan ambas condiciones tienen mayores probabilidades de recaída, peores resultados en los programas de tratamiento y un mayor riesgo de revictimización (Hawn et al., 2020; Birungi et al., 2021).
¿Por qué ocurre esto?
El trauma no solo afecta la mente, sino también el cerebro. Los eventos traumáticos alteran el sistema de respuesta al estrés y los neurotransmisores relacionados con las recompensas del alcohol y otras sustancias. Esto no solo incrementa la vulnerabilidad al consumo, sino que también crea una relación de dependencia peligrosa (Subbie-Saenz et al., 2020).
Por si fuera poco, el impacto del trauma temprano y el consumo de sustancias no se queda ahí. La combinación de ambas condiciones está asociada con:
- Problemas académicos y sociales.
- Tendencias suicidas y comportamientos agresivos.
- Deterioro físico y emocional.
Tratamiento: Más que abstinencia
Tradicionalmente, se creía que el TEPT debía tratarse solo después de un largo período de abstinencia. Sin embargo, esta estrategia ha demostrado ser ineficaz. La abstinencia puede intensificar los síntomas del TEPT, incrementando el riesgo de recaída (Mills et al., 2020). Por ello, el enfoque actual busca tratar ambos trastornos de manera integrada, atendiendo las raíces del problema y las necesidades específicas de cada joven.
¿Qué podemos hacer?
Abordar estas comorbilidades requiere un enfoque temprano, integral y basado en evidencia. Además, factores como las diferencias de género, aunque no siempre significativas, deben considerarse para diseñar estrategias personalizadas. Con un tratamiento adecuado, es posible interrumpir este círculo dañino y ofrecer a los adolescentes una oportunidad real de recuperación (Hawn et al., 2020; Sonnier et al., 2019).
*Investigación propia, en ningún caso publicaríamos investigaciones de nuestros alumnos
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